Hasta donde muchos no alcanzan a soñar
Algunos lloran las tristezas deportivas, hoy las lágrimas del Pueblo Matador son de emoción. Es lógica la mueca amarga, el ceño fruncido; como lógica la alegría de cada uno de los hinchas de Tigre. Toda derrota duele, pero ¿Cuántos tienen la posibilidad de caer en los Octavos de Final de la Copa Libertadores? Solo un puñado de elegidos, solo aquel equipo capaz de ser de los mejores del continente.
Quedará registrado para siempre en la memoria colectiva el debut copero con triunfo ante Anzoátegui, el viaje a Venezuela y los tres goles para pisar firme en la Fase de grupos. Será una uña encarnada aquel tropiezo en el inicio ante Libertad, los viajes truncos a Perú y Brasil. Pero quedará grabado en cada garganta el grito aquel en el último minuto, cuando junto a Peñalba explotó el estadio para silenciar al Palmeiras y el cómodo triunfo ante Sporting Cristal, haciéndole sentir la pasión en el José Dellagiovana.
No habrá palabras, ni relato posible que cuente en el futuro el baile del Matador ante Libertad en Paraguay, en su propia casa, para meterse con seriedad en los Octavos de final. Llegó el momento, aquel martes 30 de abril, donde no entraba más un alfiler en el Coliseo de Victoria. Las gargantas rojas al cielo, alentando y agradeciendo, el triunfo en la ida ante Olimpia. Se llegó hasta acá, hasta este 0-2 en Asunción que no opaca, que no le hace ni un poco de sombra, a tamaño hito histórico, a tanta alegría, a esta satisfacción de saber que se llegó a donde muchos no alcanzan a soñar.
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